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15/11/2025

5 poemas para recordar a Baldomero Fernández Moreno

Fuente: telam

A 139 años de su nacimiento, su figura sigue viva en la literatura argentina. Su obra se caracteriza por captar la esencia de los barrios de Buenos Aires y de la vida rural, acercando a generaciones de lectores a su poesía directa y sincera

>El 15 de noviembre de 1886, en Buenos Aires, nació Baldomero Fernández Moreno, figura icónica de la Durante más de tres décadas, Fernández Moreno se destacó como un creador de imágenes emocionantes y sencillas. Logró conjugar la sensibilidad con el entorno familiar y público. Sus versos aparecen en la base del Obelisco porteño y en la memoria de quienes valoran la poesía argentina. Su muerte dejó un legado que aún inspira a nuevas generaciones.

Baldomero Fernández Moreno provenía de una familia de origen español que atravesó cambios económicos drásticos. Durante la infancia, vivió en Bárcena de Cicero, España, hasta su regreso, en 1897, a la Argentina. De acuerdo con cultura.gob.ar, entre sus recuerdos figuran las raíces españolas y los desafíos económicos.

Al regresar a Buenos Aires, cursó estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde accedió a la obra de poetas nacionales y americanos como Echeverría, Obligado y Campoamor. Ese contacto lo convirtió en un lector constante y apasionado. Sin embargo, su vocación profesional lo llevó a estudiar medicina, carrera que completó en 1912, mientras afrontaba obstáculos económicos familiares severos.

El ejercicio de la medicina no lo alejó de la poesía. Hizo prácticas en el Hospital Español y en otras instituciones, pero su vocación literaria predominó. Así publicó su primer libro de poemas, Las iniciales del misal (1915), que ya revelaba su mirada singular y una voz definida en la lírica porteña. Adoptó un estilo más realista, utilizando un lenguaje llano y directo, alejado de lo ornamental y abstracto.

Fernández Moreno murió el 7 de julio de 1950. Tenía 63 años. Sus últimos años estuvieron signados por problemas de salud y episodios depresivos, lo que sumó mayor profundidad a las temáticas de sus últimos textos.

Según detalla el sitio web de Cultura, entre 1915 y 1947 publicó cerca de treinta libros. Los más destacados son Ciudad (1917), Campo argentino (1919), El hijo (1926) y Buenos Aires: ciudad, pueblo, campo (1941). La relación entre campo y ciudad fue una de las temáticas recurrentes en sus escritos, surgida de su trabajo médico en la provincia y su observación de la vida cotidiana.

Poemas célebres como “Setenta balcones y ninguna flor”, “Una estrella” o “El poeta y la calle” muestran la influencia de su experiencia personal y profesional. La obra de Baldomero abarca no solo paisajes y costumbres, sino también emociones profundas, trasmitidas a través de la sencillez de sus palabras.

Setenta balcones hay en esta casa,

¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?

La piedra desnuda de tristeza

¿No hay en esta casa una niña novia?

¿Ninguno desea ver tras los cristales

¿En la piedra blanca trepar los rosales,

Si no aman las plantas no amarán el ave,

Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...

Fue preciso que el sol se ocultara sangriento,

que se pusiese el cielo tranquilo como un raso

Era apenas un punto en el cielo amatista,

Tuvo aún que esperar apretada en capullo

Entonces se agrandó, se abrió como una flor,

y embriagada de luz empezó a parpadear...

Canto a este montoncito de basuras

avergonzado y triste, en la tiña tundente

Es un breve montón…

Un trozo de puntilla, unas pajas de escoba,

y una peladura larga de naranja

Es un breve montón…

Una lata de restos de una cena opulenta

Para tener de todo, hasta tienen miseria,

Harto ya de alabar tu piel dorada,

canto al jardín azul de tus pulmones

Canto a tu masa intestinal rosada,

al doble filtro gris de tus riñones

Canto al tuétano dulce de tus huesos,

al acre olor orgánico que exhalas.

vivir dentro de ti con mis sentidos…

Madre, no me digas:

cena con nosotros

Cuando eras pequeño

tu cara redonda,

Yo a Dios le rogaba

que nunca se enferme

robusto, rosado,

le vean mis ojos

Que no tenga ese aire

se pasan la noche

Dios me ha castigado.

Madre, no me digas:

La calle me llama

Yo tengo una pena

Fuente: telam

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