20/11/2025
El hombre que estuvo cara a cara con marineros nazis en Necochea: “Eran jóvenes rubios que vivieron en la casa de mi abuela”
Fuente: telam
El testimonio de Omar Cernadas, hoy de 94 años, fue difundido por el periodista Abel Basti en su canal de YouTube. Frente a esta ciudad balnearia se hallaron los restos de un naufragio que sería de un submarino alemán
>Frente a las playas de Necochea, en la provincia de Buenos Aires, descansan los restos sumergidos de Apenas a 28 metros de profundidad y no lejos de la boca del puerto de Quequén, yace un submarino de guerra del Tercer Reich.
Eso fue lo que encontró el periodista Abel Basti tras décadas de rastrear las huellas de los desembarcos alemanes en el sur de América. Su búsqueda tuvo muchos escollos, desde archivos destruidos hasta silencio cómplice. Pero el hallazgo de un submarino hundido, validado por expertos de la Liga Naval Italiana, transformó rumores y leyendas en un hecho duro: “Hicimos dos pericias. Una nacional y otra internacional, que determinaron que se trata de un submarino alemán clase nueve, que eran transoceánicos”, detalla el periodista. Todavía espera que el Estado argentino lo reconozca oficialmente: “Ahora, estoy reclamando al Gobierno argentino que se digne a reconocer oficialmente que en la boca del puerto de Quequén, cerca de Necochea, y a muy poca profundidad, veintiocho metros, hay un submarino alemán hundido”.En la superficie, Necochea aparentaba ser solo un destino de veraneo. Corría agosto de 1945. Omar Cernadas tenía catorce años y estaba de vacaciones, cuando tropezó con cinco desconocidos en la casa de su abuela.“Fueron a parar a la casa de mi abuela, cinco de ellos. Yo sé que uno quedó en Necochea y los otros cuatro los vinieron a buscar con un micro y se los llevaron”, recuerda Omar en el Los marineros —jóvenes, ninguno mayor de treinta años según el veterano testigo— portaban uniformes de un azul indefinido. “La gente de Necochea sí sabía toda. Que habían llegado, que habían bajado, pero estaban averiguando en qué casa habían parado”, narra Cernadas. Uno de aquellos hombres, antes de marcharse, le despeina el cabello al adolescente Omar, como quien agradece sin decir una palabra. “Nos sacaron volando de la casa de mi abuela porque venía gente. De curioso volví y los encontré justo cuando se iban. Después que pasaron unos cuantos años, un tío mío me comentó quiénes eran. Eran de uno de los submarinos, justamente, que había quedado entre Lobería y Necochea. Lo hundieron ellos, pero parte de la tripulación fueron a parar a la casa de mi abuela”, afirma.El desembarco de marinos alemanes no era un episodio aislado. Mientras el continente celebraba el fin de la Segunda Guerra Mundial, varios submarinos del Tercer Reich partieron de los puertos nórdicos y pusieron rumbo sur. Fueron una docena, según las investigaciones de Basti, cruzó el Atlántico para romper el cerco aliado y desaparecer en las costas de Argentina. Su rastro zigzaguea en informes desclasificados y en la memoria oral de pueblos costeros.El relato de Basti incluye detalles extraídos de antiguos sumarios policiales. Según consta, tras el desembarco, los marineros recibieron protección local. “Los marineros alemanes son llevados a la estancia Moromar. Esto lo sé porque hay una actuación policial que dice eso. Estos pobladores que vieron el desembarco denuncian a la policía. La policía actúa, ve los rastros de desembarco y lo lleva a una estancia que es Moramor. Lo que pasó ahí fue increíble, porque cuando quisieron entrar a la estancia había unos rubios con ametralladoras que no dejaban pasar a los oficiales”, recuerda el periodista. El comisario, intimidado, pide refuerzos a La Plata, pero la respuesta del poder es seca y lapidaria: “Olvídense del tema”.


