El Kremlin liquida las librerías de Rusia: 340 cierres en dos años por censura y venta online
Constantes inspecciones, multas por vender obras “indeseables” y la obligación de prohibir contenido de “agentes extranjeros” aceleran el cierre de comercios independientes en un país que presumía de ser el que más leía en el mundo
>Unas 340 librerías han cerrado en Rusia en los últimos dos años, víctimas de una doble presión: el auge del comercio electrónico y la creciente represión política del Kremlin, que somete a los establecimientos a constantes inspecciones y multas por violar las nuevas leyes de censura, informaron este jueves medios rusos.
Moscú registró el mayor número de cierres con 51 establecimientos menos, dejando a la capital con apenas 185 librerías. La ciudad ocupa ahora el penúltimo lugar entre las 16 ciudades rusas con más de un millón de habitantes en cuanto a densidad de librerías, con una por cada 71.753 habitantes. En comparación, Kazán lidera el ranking con una librería por cada 25.091 residentes.
Una representante de la librería moscovita Biblio-Globus señaló que la principal dificultad que enfrentan estos comercios es la competencia con los mercados online, que se han convertido en el principal canal de distribución de libros impresos. Las cifras lo confirman: entre enero y agosto de 2025, el 57,8% de las ventas —65.900 millones de rublos o 818,47 millones de dólares— se realizaron a través de grandes cadenas de comercio en línea, mientras que las librerías físicas vendieron solo el 27%, unos 30.700 millones de rublos.
Sin embargo, la represión política agrava la crisis. Las librerías independientes enfrentan constantes inspecciones y registros por parte de las autoridades rusas debido a las nuevas leyes de censura, según el medio independiente Meduza.Ante la amenaza de multas o procesos judiciales, las librerías deben retirar libros considerados “indeseables” por “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales y reasignación de género”, además de marcar debidamente los libros de autores declarados “agentes extranjeros”, a quienes se les prohíbe la actividad política, educativa y divulgativa.La presión se intensificó este año con la entrada en vigor en septiembre de una ley que obliga a los libreros a etiquetar todos los libros de “agentes extranjeros” con advertencias. En una librería de San Petersburgo, los empleados dedican entre tres y cuatro turnos mensuales a colocar etiquetas y envolver estos libros en plástico transparente.
“Resulta que ahora tenemos que hacer un seguimiento no solo de las leyes relativas a los materiales impresos”, dijo Elena Neshcheret, gerente de la librería Vo Ves Golos en San Petersburgo, a Reuters en septiembre. “Tenemos que seguir, por así decirlo, todas las leyes en el ámbito cultural y algunas relativas al comercio. Y todo esto se ha complicado terriblemente”.En agosto, la cadena BiblioGlobus ofreció rebajas de hasta el 50% en títulos en inglés de autores declarados “agentes extranjeros”, una medida de seguridad antes de que entrara en vigor la nueva regulación.La Unión Rusa del Libro, un organismo del sector, ha advertido que los libros de agentes extranjeros representan un alto riesgo para los libreros y que pueden estar sujetos a inspecciones no programadas por parte de las autoridades.
“El objetivo es aislar del ámbito público y de los medios de comunicación a todas las personas que critican la guerra, al propio Vladimir Putin o las políticas del Gobierno en cualquier asunto, y convertirlas en parias”, afirmó el escritor, que abandonó Rusia antes de la guerra.
Fuente: telam