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No se la bancó. Como cualquier hijo de vecino, Lionel Messi perdió y no le gustó que los rivales le festejaran en la cara. Se olvidó de la Champions, se olvidó de Joseph Guardiola, se olvidó de su amigo Sergio Agüero, se olvidó del Barcelona y del profesionalismo y reaccionó con la sangre caliente.

El 1-3 ya había quedado sellado y, en el túnel de vestuarios, a la salida del estadio del City, el crack vio como los jugadores del elenco de Pep celebraban efusivamente haber vencido a los culés.

Hasta ahí, sólo masticar bronca. Pero, al parecer, uno de ellos, que podría ser Fernandinho, según informaron medios británicos y españoles, dijo algo y a Messi no le gustó ni un poco.

Lejos de toda diplomacia, el crack encaró al futbolista y le espetó en la cara: "Bobo, vení acá y da la cara". Y, luego, fue al vestuario del City a buscarlo. Allí salió al cruce el Kun y logró que Messi baje los decibeles.

Luego, el rosarino fue sorteado para el control antidóping. Como demoró en llenar el frasquito, debió irse solo del estadio de Manchester rumbo al Aeropuerto, donde sus compañeros ya aguardaban sentados en el avión.