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3 de septiembre de 2020
Resistencia| Feriantes: el sector agoniza y piden una audiencia con el gobernador
Con el aumento de costos y de una competencia informal, venden menos. También se les dificulta renovar stock por no poder viajar.
En las primeras semanas de reapertura de espacios comerciales como la feria de la Vieja Terminal el saldo es preocupante.
Se abrieron negocios de los mismos rubros en los barrios, sobre todo en los más concurridos y otra vez avanzó la ocupación de las veredas para la venta informal.
También hay menos locales abiertos que cuando cerraron y los pocos vendedores que regresaron a ‘levantar persianas’ en agosto no son los mismos. “Algunos más grandes prefirieron quedarse en la casa para evitar un contagio y vino un hijo o un familiar”, cuenta Hugo Oleariaga. Él es uno de los delegados que esta semana volvió a pedir una audiencia con el gobernador en busca de soluciones a la situación del sector.
Junto a Marcelo Aranda firman una nota dirigida a Jorge Capitanich que describe el “flagelo por la pandemia y por los cinco meses sin trabajar. Queremos encontrar una salida afectuosa a nuestra querida fuente de trabajo. Una vez más apelamos a su responsabilidad y buena predisposición para que ayude a nuestras familias. Por nuestras necesidades pedimos una reunión en carácter urgente”.
Hugo asegura que más de un compañero no pudo reponer mercadería porque priorizó el día a día antes que mantener lo que tenía mientras esperaba una reapertura “se comió el poco capital que tenía”, dice.
Entre la gente que dejó de abrir su local está la que se quedó sin nada para vender porque fue comercializando en la casa. “Algunos con el boca a boca, por mensajes de celular”, cuenta.
Después está la nueva competencia: quienes pusieron un local en la casa y les está yendo bien. “Nos encontramos con conocidos que nos dicen que para qué van a venir al centro si en el barrio ya les venden lo mismo”, agrega con honestidad el delegado.
Además para vendedores del puesto del centro comercial reabastecerse hoy es casi imposible. Los precios aumentaron y no se pueden realizar viajes de compras a Buenos Aires o a otras ciudades. La única alternativa es reaprovisionarse en los mayoristas locales, que remarcaron considerablemente.
Algunas cifras. Una campera tiene unos $2.500 de costo y para un hombre, un bóxer estándar vale hoy unos $400 de costo ($5.000 la docena). “Nadie va a pagar ni siquiera ese precio, se encareció todo”, ejemplifica Olariaga.
A fines de abril el sector planteó la situación, en esa oportunidad uno de los comerciantes había contado la situación extrema de tener que vender un electrodoméstico para comprar alimentos. Ayer a la pregunta de si desde entonces tuvieron alguna respuesta, el representante señala que una mujer de Desarrollo Social les preguntó qué necesitan y ofreció bolsones de comida. “Después no nos llamaron más. Por eso acudimos a los medios”.
Ahora en un momento distinto, con el inminente pago de alquiler, nuevo administrador, uso de barbijo, alcohol, medidores de temperatura y con baños habilitados solo para vendedores se percibe que la gente tomó conciencia. “Queremos ver cómo resolver. Por eso apremia una reunión, porque hablando se pueden encontrar soluciones, estamos abiertos a cualquier posibilidad”, destaca Olariaga.
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