14 de agosto de 2025
“Ese bananero no lo toquen”: el testimonio clave en la causa por el crimen de Diego Fernández Lima

El encargado de Seguridad e Higiene de la obra de la casa de Coghlan que había habitado Gustavo Cerati fue quien sembró dudas sobre Cristian Graf. Por eso, el pedido de indagatoria del fiscal Martín López Perrando al ex compañero de la víctima por encubrir el hallazgo de los huesos
Y una pieza clave de ello fueron los testimonios que le dieron al fiscal Martín López Perrando los responsables de la obra de la casa que alguna vez ocupó Gustavo Cerati y que hallaron los restos en mayo pasado durante una excavación en la medianera con la propiedad que aún hoy, 41 años después, sigue ocupando la familia Graf. La que convivió todo este tiempo con el cadáver en el jardín, al lado de la pileta.
Lo que le contaron le valió un pedido de indagatoria a Graf, ya no por el crimen porque no se puede, pero sí por haber encubierto el hallazgo de los restos de Diego y por el delito de supresión de pruebas.
El arquitecto responsable de la obra notificó a la Policía de la Ciudad: “A 80 centímetros de la tierra, (hay) restos óseos de un ser humano, más precisamente un cráneo”. Así, se secuestró, además, un reloj calculadora Casio, restos de ropa, fragmentos de calzado, un llavero y una llave.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) determinó que el enterramiento original se encontraba completamente dentro del predio de la Avenida Congreso 3742, propiedad histórica de la familia Graf. La fosa funeraria tenía 1,20 metros de largo, 0,67 metros de ancho y 0,60 metros de profundidad.Y descubrieron que los restos eran de un adolescente de entre 15 y 19 años y se identificaron múltiples lesiones perimortem de tipo cortante y cortopunzante en costillas, húmeros, clavícula, omóplato y fémures, compatibles con un intento de desmembramiento. Para el EAAF, había sido asesinado y luego se intentó desmembrar el cadáver.Así se supo que la víctima y Cristian Graf, uno de los dueños de la casa donde estaban el cadáver de Diego, cursaron juntos el segundo año en la ENET Nº36 “Almirante Brown” en 1983, que compartían el amor por las motos y que en esa casa que fue el cementerio de Fernández Lima hubo también un taller.
Y con todos los ojos puestos en Graf, lo que contó el encargado de Seguridad e Higiene de la obra tras el hallazgo fue crucial para el fiscal: es que dijo que el vecino y ex compañero de Diego intentó instalar hipótesis alternativas sobre el origen de los huesos, sugiriendo que podrían provenir de una antigua iglesia, un establo o tierra traída para rellenar el terreno.El expediente detalla que Graf mostró preocupación por las excavaciones cercanas a la medianera y llegó a prohibir a los obreros tocar un árbol próximo al lugar donde se hallaron los restos: “Ese bananero no lo toquen”.
Este medio accedió a la declaración de F.D.S., encargado de Seguridad e Higiene de la obra, quien afirmó que el día del hallazgo él llegó “a los 15 minutos” y tomó conocimiento que uno de los obreros “estaba paleando, se abrió un hueco 15 centímetros hacia adentro, de una profundidad de 40 o 50 centímetros, y se le cayeron hacia él los restos óseos”.Luego, Graf le sugirió que hacía muchos años ese lugar “fue un establo” y, finalmente, argumentó que durante la nivelación del terreno del fondo donde estaba la pileta, “pidió tierra para nivelarla y los huesos pudieron haber estado en el camión”. Dicho todo eso, contó que el vecino se retiró.
Para el encargado de Seguridad e Higiene y los obreros, las explicaciones de Graf se consideraron inverosímiles: “Era imposible el traslado de restos óseos en la tierra que se llevaba a un terreno”.
Por eso, para el fiscal Graf intentó obstaculizar el descubrimiento. Y por ello pidió indagarlo en calidad de imputado.
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