Domingo 7 de Diciembre de 2025

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7 de diciembre de 2025

Desapareció 60 años y la hallaron en un lugar impensado: la curiosa historia de la única pieza que queda del primer trofeo del Mundial

El Jules Rimet fue robado dos veces y la versión oficial indica que terminó siendo fundido. Sin embargo, la investigación del museo de la FIFA confirmó que la base de cuatro caras con la que fue creado había sobrevivido

>Llegó a ser catalogado como uno de los 10 mayores tesoros perdidos de la humanidad: el Jules Rimet, el primer trofeo que entregó el Mundial de fútbol, parece maldito. Fue robado dos veces y la versión oficial es que terminó siendo fundido tras su desaparición, aunque hay versiones que indican que en realidad entró en la rueda del tráfico ilegal de arte para nunca más salir. Haya sido uno u otro su destino, se esfumó de la vista de los fanáticos y de las vitrinas de la Confederación Brasileña, que se lo había quedado tras las tres primeras estrellas logradas por la Verdeamarela. No obstante, una pieza de aquella obra, que se creyó perdida a lo largo de 60 años, habita en el Museo de la FIFA como orgulloso testimonio de aquellos inicios del certamen ecuménico. Y, tal como un hábil wing a la antigua, se escondió durante más de medio siglo de sus perseguidores en el sitio donde nadie buscó.

Durante 40 años, desde la cita bautismal de Uruguay 1930 hasta México 1970, la Federación entregó este trofeo, a pesar de las turbulencias sufridas. Durante la Segunda Guerra Mundial, por caso, arreciaron los rumores de que los nazis lo tenían en la mira para secuestrarlo. De hecho, el dirigente Ottorino Barassi lo ocultó en una caja de zapatos bajo su cama. Y en Inglaterra 1966, efectivamente, se esfumó, y tuvo que salir al rescate un perro, Pickles, que ganó fama mundial por los servicios prestados al deporte rey.

Pero antes de la edición de 1958, desarrollada en Suecia, la estatuilla ya había cambiado, hecho que disparó distintas especulaciones y teorías: desde que había sido dañada y pasó por el “taller” hasta que se había perdido y se trataba de una copia. En efecto, luego del título de Alemania en 1954 tras vulnerar al mítico combinado húngaro de Puskas, en la ciudad de Hanau se había encargado una réplica. Sin embargo, no era la que se entregó posteriormente al Brasil de la estrella naciente Pelé.

La versión oficial indica que el trofeo fue cortado en pedazos en la joyería del argentino Juan Carlos Hernández, quien luego lo fundió para vender el oro a cambio de 15.500 dólares. Demasiado poco para tamaño mojón de la historia, y para la experiencia del reducidor, con contactos en el mundo clandestino del arte. De ahí las dudas sobre si la explicación de la Justicia brasileña se ajusta a la realidad de los hechos.

Pero el trofeo, o al menos una parte de él, empezó a resucitar en 2013, cuando la FIFA planificó su museo. Quienes se pusieron al hombro el proyecto se embarcaron en investigar los mitos y verdades respecto de la ajetreada vida del Jules Rimet. Las diversas fotos del trofeo llevaron a los curadores a “un descubrimiento notable”, tal como lo califican en la FIFA.

“La historia se centró en la base de lapislázuli. En 1954, el capitán de Alemania Occidental, Fritz Walter, fue el quinto capitán en levantar la Copa del Mundo, pero cuando el equipo llegó a su nueva casa, se dieron cuenta de que solo había cuatro lados en la base. Como cada lado tenía una placa con un solo ganador, no había ningún lugar para agregar el de Alemania Occidental”, fue el entuerto con el que se encontraron, según el relato de los encargados del Museo.

¿Y la base original? He ahí la incógnita. En el medio, la FIFA se había mudado tres veces de oficina, y el temor fue que en alguno de esos cambios se hubiera extraviado. El epílogo de la historia no hizo honor a la intriga que generó. “La verdad suele ser menos dramática”, indicaron desde la entidad que rige el fútbol a nivel planetario. La base de cuatro caras jamás se movió de un estante del archivo de la organización, sin rotular, por ende, invisible para los ojos menos entrenados. De hecho, ni siquiera había registro formal del cambio de pedestal en 1958.



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