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10 de diciembre de 2025

Dan Brown advierte sobre la tecnología: “La humanidad no ha creado una herramienta que no haya terminado por ser utilizada como arma”

el novelista estadounidense explora los desafíos éticos y sociales del desarrollo digital y la transformación de la conciencia humana

>Dan Brown, reconocido mundialmente por su serie de novelas protagonizadas por el profesor Robert Langdon, ha presentado su más reciente obra, El último secreto. En esta entrega, el autor estadounidense explora nuevas dimensiones de la conciencia humana y el esoterismo, mientras reafirma la vigencia de su célebre personaje. La novela, ambientada en Praga, marca un punto de inflexión en la trayectoria de Brown, quien comparte en profundidad su visión sobre la narrativa, la ciencia y el papel de la inteligencia artificial en la sociedad contemporánea.

>La protagonista femenina de la novela, Katherine, es presentada como una académica especializada en noética, una disciplina que, según Brown, “proviene del griego noetikos, que significa ‘percepción’. Es el estudio de la conciencia humana y de nuestra percepción del mundo real. Además, investiga la capacidad de la mente humana para influir en el mundo físico. Ejemplos de esto serían el poder de la oración o la posibilidad de modificar la naturaleza de las células de una persona a través del pensamiento colectivo. Estos son los temas que aborda la noética”, explica el escritor.

En cuanto a la estructura narrativa de El último secreto, Brown detalla su método creativo: “Si algo está ocurriendo, llego a la acción lo más tarde posible y me voy lo más pronto posible. La forma de hacer interesante la historia es preguntarse: ‘¿Qué serie de eventos podría haber ocurrido para que Langdon vea a una mujer que Katherine soñó la noche anterior?’ Es imposible. El trabajo del novelista es tomar una línea temporal, cortarla, mezclarla y contarla en el orden más interesante posible. No puede haber demasiadas preguntas en la mente del lector al mismo tiempo. A medida que se resuelve un misterio, debe surgir otro. No lo logro a la primera. Probablemente escribí un millón de palabras para terminar con 200.000, y usé mucho la tecla de borrar. Cambié de teclado varias veces escribiendo esta novela”, confiesa.

Consultado sobre su propia evolución personal, Brown reconoce un cambio en su perspectiva: “El lector presencia la transformación de Langdon a lo largo del libro. Esa es mi transformación a lo largo de muchos años. A él le ocurre en un día, pero Langdon es un poco más inteligente que yo. Siempre digo que es el hombre que desearía ser. Vive una vida mucho más emocionante, es más audaz. Alguien me dijo una vez: ‘No entiendo cómo puedes decir que Langdon es más inteligente que tú, si todo lo que él piensa tú tuviste que escribirlo’. Pero lo que él dice espontáneamente, yo tuve que investigarlo y tardé una semana en escribirlo”.

Sobre la figura de Langdon como héroe intelectual, Brown subraya su importancia: “Es fundamental para mí que, cuando adaptamos El código Da Vinci al cine, y ahora que estamos haciendo una serie para Netflix, se incluyera en el contrato que él no puede, de repente, convertirse en un experto en armas, ni tener problemas con las drogas o el alcohol. La razón por la que escribí este tipo de héroe es que crecí en el campus de Phillips Exeter Academy, una escuela preparatoria en New Hampshire. Todos los adultos en mi vida eran profesores. Así que crecí en un mundo donde mis héroes eran nerds: profesores, estudiantes, académicos que resolvían problemas con la mente. Hay muchas formas de resolver problemas >La investigación documental es una constante en la obra de Brown, quien reflexiona sobre el papel de la inteligencia artificial en este proceso: “La especie humana nunca ha creado una herramienta o tecnología que no haya terminado por ser utilizada como arma, ya sea la rueda, el fuego o las computadoras. La inteligencia artificial es una herramienta de proporciones asombrosas. Todavía es muy joven, no confío en que me proporcione información precisa. Es curioso, porque escribí sobre IA en ‘Origen’ hace ocho años, y todos decían: ‘Ese personaje de IA es muy inverosímil’. Si ‘Origen’ saliera hoy, dirían: ‘Qué IA tan patética’”.

En este contexto, el autor deja una reflexión sobre la responsabilidad moral y psicológica ante el desarrollo tecnológico: la humanidad se enfrenta a desafíos para los que aún no dispone de las herramientas éticas necesarias, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la sociedad y la literatura.



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