Por Luis Autalán 

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Antes de cumplir su movilización del 7 de marzo, y ponerle fecha al paro nacional, la CGT está a punto de ofrecer una sangría resonante. El Sindicato de Camioneros, con rúbrica de su adjunto Pablo Moyano, puso en duda su continuidad en la CGT, con fuertes críticas a dirigentes de la central.

Francisco "Barba" Gutiérrez y Juan Carlos Schmid, sobre todo el primero, resultaron los blancos móviles del malestar camionero. El capítulo de "municipalización" para las prestaciones de higiene urbana en el distrito de Quilmes, años atrás, es una herida abierta que los Camioneros no le perdonaron a Gutiérrez en su gestión comunal en el distrito del sur.

Entre varios cortocircuitos públicos, durante la concentración del 29 de abril de 2016 en Paseo Colón e Independencia, la columna de Camioneros repudió al dirigente de la UOM cuando este intentaba llegar al palco emplazado en el Bajo porteño.

El punto "formal" del recalentamiento del conflicto que remarcó Camioneros fue un comunicado interno donde la CGT no avalaría normalizaciones de regionales (de cualquier punto del país) que no estuvieran "regidas" por el Barba Gutiérrez, a cargo de la secretaría de Interior desde el 22 de agosto del año pasado.

Moyano se refirió al quilmeño como "quien supo dejar 500 trabajadores en la calle como intendente, y hoy, a pesar de tener miles de bajas de puestos de trabajo en su gremio, busca hacer política, en lugar de estar en la calle".

También abarca la interna del PJ en sus dardos ya que focaliza en que las centrales sólo se normalizan si están conformadas por gremios "de extracción política kirchnerista". Tirantez de vieja data, antes y después de la "normalización" de la CGT, cuando Hugo Moyano decidió que "todavía no era el tiempo" de su hijo Pablo para comandar una central.

Allí, algunos de los sindicatos moyanistas decidieron alejarse de la CGT y además lo hicieron cuestionando que Schmid fuera bendecido por el actual presidente del club Independiente como integrante del triunvirato.