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17 de agosto de 2018

José de San Martín: una vida de victorias y padecimientos

Sobrellevó enfermedades sin abandonar su ideal libertario. "Seamos libres, lo demás no importa nada" fue siempre su frase de cabecera. 

Por Gabriel Arias 
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La figura del general José de

San Martín

no sólo quedará enaltecida por el recuerdo del 168 aniversario de su fallecimiento y de las grandes epopeyas que realizó para poder liberar a tres países sudamericanos y liberar al continente del asedio español, sino que existe un dato que agranda aún más su estandarte.

Y es que, a lo largo de su vida padeció todo tipo de enfermedades -incluso crónicas- y a pesar de ello, nunca sesgó en su esfuerzo de lograr su plan de independencia americana. Sabido es que nació en la localidad correntina de Yapeyú el 25 de febrero de 1778 y que de muy pequeño emigró a España junto a su familia, aunque poco se sabe del momento en el cual su salud comenzó a afectarlo hasta el fin de sus días.

En 1789 ingresó como cadete del Regimiento de Murcia y dos años después (con sólo 13 de edad) comenzó con insomnio mientras combatía en la región argelina de Orán. Durante ese tiempo, además, el hambre era sensación de todos los días. En 1801, mientras era mensajero del ejército español, fue asaltado y herido en un brazo, pecho y garganta por un grupo de salteadores de caminos, lesiones por las que debió pasar largo tiempo en recuperación.

Siete años más tarde, luego de la batalla de Bailén, quedó inmovilizado por una enfermedad gástrica por espacio de varias semanas. En la batalla de Albuera (última de

San Martín

en Europa) fue herido en el brazo izquierdo y a eso se le agregó un cuadro de asma que lo mantuvo en reposo por seis meses.

Ya en nuestro país, en el Combate de San Lorenzo (1813) fue herido en la cara, sufrió el aplastamiento de una pierna y la contusión del hombro al caer de su caballo. Mientras comandaba el Ejército del Norte en 1814, padeció hematemesis (vomitaba sangre de origen gastroduodenal), con lo cual uno de sus "enemigos" comenzó a aparecer en escena: la úlcera.

En aquella época aún no había radiografías ni estudios bacteriológicos, al tiempo que tampoco existen constancias médicas sobre las atenciones que recibió ni en Europa ni en América. En efecto, muchos de estos datos son reflejados por cartas que el general enviaba a su amigo Tomás Guido.

El cruce

En plena campaña de Los Andes,

San Martín

luchaba contra la gota, el asma y la úlcera, síntomas que solía combatir con la ingesta de opio y laúdano. De hecho, durante tres meses durmió sentado porque se le hacía imposible hacerlo de manera normal. El insomnio, además, persistía: se despertaba a las 4 de la mañana todos los días.

En 1830 de gira por Europa sufrió de cólera y combatía la gota con baños termales en una localidad francesa, país donde finalmente se asentó. En 1847 comenzó a perder la visión a causa de una presunta mala operación de cataratas, y su curva hacia la muerte ya era inevitable.



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