16/11/2025
Una ley para defender a quienes educan y nos cuidan
Fuente: telam
La escalada de violencia en los ámbitos escolares refleja una crisis profunda en las normas de convivencia
>El martes 11 de noviembre en Mar del Plata, volvimos a ver la cara más dura de la violencia. Lo que comenzó como un episodio de La violencia en todas sus formas se ha vuelto un signo distintivo de estos tiempos: la vemos en las escuelas, en las calles, en los hogares, en las canchas, en los debates políticos y en las redes sociales. El tono de la convivencia se ha vuelto áspero, la palabra perdió su poder de encuentro y la diferencia se transformó en amenaza. Vivimos un tiempo donde la desmesura se volvió hábito.
Este ascenso de la violencia se apoya en una problemática cada vez más extendida: la anomia, un concepto desarrollado por Émile Durkheim para describir aquellos momentos en que una sociedad pierde el sentido del orden y las normas dejan de ser referencia común. Hoy toda representación del orden, de las instituciones y de las reglas es vista como una limitación a la libertad individual. Se confunde libertad con descontrol, expresión con agresión, autonomía con impunidad. En ese caldo de cultivo, la violencia deja de ser excepción y pasa a ser una forma aceptada —o incluso celebrada— de interacción social.Frente a este cuadro dramático, necesitamos un nuevo contrato social en torno a la convivencia ciudadana. Un pacto básico sobre cómo queremos vivir juntos, sobre los valores que nos unen más allá de las diferencias. Hasta que no superemos el populismo axiológico —esa tendencia a desdibujar los valores— y el individualismo atroz, como bien describe Éric Sadin, no habrá expectativas reales de reducir ni erradicar las violencias.
Porque quien agrede a un maestro, a un médico o a un chofer, agrede a toda una comunidad.
Fuente: telam



