22/12/2025
“El río que escribo”: Luis Gusmán cuenta lo que las palabras dejan en el agua
Fuente: telam
El pasado jueves 11 de diciembre en la Biblioteca Ricardo Güiradez el autor de “El frasquito” y de tantas novelas presentó el nuevo libro de Graciela Aráoz. Infobae Cultura reproduce aquel texto
>El río que escribo es el nuevo libro de la filóloga, poeta e investigadora argentina Graciela Aráoz. En sus páginas, explora el amor y el desamor, centrándose en las complejidades de la condición femenina tanto física como emocional.
El libro se presentó el jueves 11 de diciembre en la Biblioteca Ricardo Güiradez. La acompañó el escritor y psicoanalista argentino Luis Gusmán, el autor de El frasquito y de tantas novelas. A continuación, el texto de Gusmán.
“En éste, un pequeño río en algún lugar del mundo, no importa dónde la victoria estuvo a la vista”(Derek Walcott)La lista es interminable, casi un catálogo, un vértigo de las listas, diría Umberto Eco. Es posible parafraseando el título de Graciela Aráoz: El río que escribo, cada escritor quiera escribir su río.
En esta anatomía mitológica partimos de dos ríos: El Estigia y el Aqueronte que separaban a los vivos de los muertos y conducían las almas al inframundo.
En el Támesis, ya lo tenemos al Marlow de Conrad, planeando cómo va a atravesar el río Congo para llegar al corazón de las tinieblas. Faulkner, el Mississippi comienza en el vestíbulo de un hotel de Memphis Tennessee. Kafka en su diario, cada día cruza el Moldava. Todo el Danubio está en el libro de Magris. Joyce lo lleva a la lengua, las aguas liffeantes del Lifey.
Un poema de Marina Tsvitàieva dedicado al poeta Alexander Block: “Mi río con tu río/mi mano con tu mano”.El Ebro, es vivir y morir en Madrid.En esa corriente que arrastra el río, cito un verso de Raúl González Tuñón: “Puente Alsina /te corta el Riachuelo -como un barbijo”.
Yo, quise hacer mío, un río que ya era de muchos.
octubre del 45.
llamado Riachuelo.
no necesita,
Solo una gesta,
hacen de un número,
Para que estos versos sucedieran, tuvo que escribirse un poema de Luis Tedesco: “Aquel corazón descamisado”.
Sí, la piel del río. Sí, porque en la topografía del libro de Graciela nos encontramos que en el poema: Ríos en la piel, en su recorrido, el río se pluraliza. Lo cito: “De una tristeza a otra/crucé con las lluvias/unas cuantas orillas/ con piel y pecho abiertos/nadé por ríos y más ríos/hebras de tantos alfabetos/ se dispersan, se desvanecen, enredan/en los signos del agua/donde aprendo a descifrar los sonidos del canto/la lluvia/es la única que puede escribir las palabras/ que aún no dijimos”.
Sí, en el agua hay signos; sí, hebras de muchos alfabetos. Basta leer una poesía para escuchar lo que las palabras escriben en el agua.La novela, la poesía, el cine, la fotografía, se disputan el río, ya sea quieto o en movimiento. Cuando ruge y cuando duerme.
Sí, el rio escribe. Basta dejar fluir esta frase de Joyce: “Es un intento de subordinar las palabras al ritmo del agua”. Quizás, ninguna frase más pertinente para el libro Escrito en el río, que hace bailar las palabras.
O Alicia Genovese: “Napas geológicas de la memoria/en la napa oscura del río, mezcla”.
Si recordamos el cuento de Poe: La carta robada, una carta siempre llega, fatalmente, a destino. También sucede en el poema: Carta en el agua. Donde el río tiene nombre, como el joven Werther.
Sí, un rio cambia el nombre. El Danubio se continúa en otro río escrito, el Tajo, Y hasta podemos avizorar que, en la Otra orilla, la próxima parte en que el libro de Graciela continúa, se titule: RIO QUINTO, SAN LUIS, después.
Otro poema escrito en el río: El loro y los espejos, porque un rio tiene algo de espejo. “en aquel río/ no creo ya suicidarme, voy a esperar/que alguien/ conmigo baile”. Este Corazón sencillo como Felicitas y el loro de Flaubert, van a bailar al ritmo de las olas, y su corazón va a latir al ritmo de las cartas.
Voy a citar una frase de Luis Chitarroni acerca de un libro, casi un quiasmo, en que el río lo ocupa. “Así, en historias que fluyen, que se oyen como un rumor precioso, una entonación inconfundible, la oscuridad del rio pierde toda tentación alegórica…”.
En: Amaneceres rojos, reaparece la carta: “En las olas, una carta/ se ven algunas palabras”.
Fuente: telam



