Pese a la lluvia del viernes que pareció apagar ese horno de 40 grados de térmica en que se había convertido Buenos Aires, marzo arranca con un clima caliente. Al menos en los político y social. Mauricio Macri comienza hoy lo que va a ser una de las semanas más duras de sus casi 15 meses de mandato.

No arrancan las clases por un paro de 48 horas de los docentes. Tampoco hay fútbol, porque los jugadores siguen sin cobrar. Mañana la CGT convocó a una marcha que se calcula multitudinaria y en la que va a anunciar el primer paro nacional contra este gobierno.

El miércoles otra marcha importante, las de las mujeres, en la única acción que no se realiza directamente contra el gobierno, pero en donde no van a faltar críticas y repudios.Y la inflación que no afloja, reconocida por el propio presidente del Banco Central  y las encuestas de todo origen y color que muestran la imagen presidencial en pronunciada caída.

En su discurso ante el Congreso, Macri aseguró que lo peor ya pasó, que hay síntomas de reactivación y que no hay que escuchar a quienes "nos regalan el presente y nos dejan sin futuro". Suena bien, pero la gente aún no siente en la calle, en el trabajo y en sus casas que la situación haya mejorado.

Además, la sociedad va perdiendo la esperanza en el futuro cercano, al menos así lo demuestra el último Indice de Confianza del Consumidor: en febrero bajó más de un 10 por ciento. Sin clases ni fútbol, con movilizaciones masivas y un paro nacional en puerta, marzo arranca muy difícil para Macri y su mensaje de "no aflojar".

Para que esto último ocurra, la gente necesita con urgencia sentir que está mejor, no tener miedo de perder el trabajo, que le alcance el sueldo. Si no siente esto, la confianza en el futuro se pierde tan rápido como se ganó. Y hacer que la gente vuelva a creer, eso sí que suena muy, pero muy difícil.