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13 de septiembre de 2019

Tensión: entre Lionel Messi y Barcelona se abrió una grieta inesperada

Lionel Messi siempre ha intentado atar su imagen exclusivamente a la pelota.

Ha evitado jugar un papel político en la Argentina y en Barcelona. Ni en las elecciones del Barça de 2010, tampoco en las de 2015, cuando ya era el tótem absoluto del Camp Nou, el rosarino se pronunció en favor de uno u otro candidato para liderar el club. En 2017, el presidente azulgrana, Josep Maria Bartomeu, buscó linkear su mandato -expira en 2021- con el contrato del capitán. No pudo. Messi pidió que su vínculo finalizara en 2020 y se guardó la opción unilateral de estirar su continuidad por una temporada más.

Fue entonces, justo después de que el Barça anunciara la renovación del Nº 10, cuando Neymar se marchó de manera estruendosa de Barcelona. Un golpe para el equipo que dirige Ernesto Valverde y para la relación entre los pesos pesados del vestuario y la directiva. Una relación tensa, en la que todos quieren el poder, pero nadie quiere reconocerlo.

"Si alguien cree que Bartomeu es el que más poder tiene en el club, es que no entiende nada de fútbol", subraya por lo bajo un directivo de Barcelona. "Es obvio que no mando. Soy un jugador más", replicó Messi en una entrevista al Diario Sport. Después de los últimos batacazos en la Champions League, el vestuario está obsesionado con volver a levantar la Orejona. Y entendían que el regreso de Neymar era lo que necesitaban para recuperar el reinado en Europa.

La secretaria técnica del Barça reemplazó la fuga del brasileño con Coutinho y Dembélé. El excrack de Liverpool se deprimió y se marchó a Bayern Munich; el francés no da pie con bola, siempre más cerca de la enfermería que de las canchas. Barcelona volvió a salir al mercado el pasado verano y después de pagar 75 millones de euros por De Jong (elegido el mejor volante de Europa), pidió un crédito para afrontar los 120 millones de la cláusula de Griezmann. Al campeón del mundo en 2018 con Les Blues lo deseaban tanto en los despachos como lo desprecian en el vestuario. "Anda siempre solo, le hacen el vacío", cuentan en la Ciudad Deportiva. "La verdad es que apenas nos hemos podido ver", justifica Messi.

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Leo, al mismo tiempo, no esconde cuál era su deseo. "Me hubiese encantado que viniera Neymar". El presidente Bartomeu intentó hasta último momento complacer al vestuario, incluso dudó en pagar lo nunca visto por un jugador que hace dos temporadas que anda extraviado, ausente en los momentos claves del club parisino y de la selección brasileña. "El PSG no se movía de los 300 millones. Querían 150 en cash, más tres jugadores: Rakitic, Semedo y la cesión de Dembélé", explican desde el Barça. Después de dos expediciones azulgranas a París, el fichaje de Neymar lo bajó la tesorería: "Era inviable". El rosarino, sin embargo, no era ajeno a la complejidad que rodeaba al regreso de su amigo. "Entiendo que es muy difícil negociar con el PSG", subrayó. Y añadió: "Sinceramente, no sé si el club hizo todo lo posible para ficharlo".



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