La reacción de Diego Martínez con Merentiel apenas falló el penal clave de Boca Juniors y el gesto de los fanáticos en el hotel
El minuto a minuto del uruguayo desde que falló el penal que decretó la eliminación del Xeneize ante Cruzeiro hasta el retorno a la concentración
>Después de un esfuerzo descomunal por haber jugado prácticamente todo el partido con un hombre menos por la expulsión de Luis Advíncula,
Los brasileños estaban 5-4 arriba en la tanda y Merentiel fue el designado para ejecutar el último de los cinco tiros del Xeneize. Intentó imitar a Nicolás Figal, que eligió pegarle fuerte arriba en el cuarto y burló a Cássio Ramos, que esta vez no pudo desviar ninguno de los remates como sí había hecho en la Bombonera un par de años antes cuando defendía la camiseta del Corinthians, por la misma instancia, pero en Copa Libertadores. La Bestia se pasó de fuerza y envió la pelota por encima del travesaño.Como acostumbra, Merentiel se había cruzado con varios adversarios a lo largo del encuentro. Sus constantes fricciones y roces, en gran parte para generar amonestaciones y apercibimientos en las narices del árbitro colombiano Wilmar Roldán, lo llevaron a ser el jugador visitante más repudiado por el equipo local. De hecho, en los instantes finales, tuvo un intercambio de palabras poco amistoso con William, quien terminó como capitán tras la salida del argentino Lucas Romero. Evidentemente la descarga de Kaio Jorge contra el delantero boquense se debió al cortocircuito constante que hubo con él.La reacción de Diego Martínez fue instantánea. El entrenador de Boca entendió que lo mejor era sacarlo del meollo de celebraciones del Cruzeiro para que no se desbandara todo, pero fundamentalmente quiso llevarle consuelo al que es uno de los futbolistas más valiosos de su ciclo (sino el más). El DT lo paró y lo cobijó con un abrazo por varios metros, algo que llamó la atención de sus compañeros de equipo, que también se acercaron para ofrecerle unas palabras de aliento.Tras divisarlo, dos fanáticos se acercaron hasta Merentiel y lo contuvieron con un abrazo. Un beso en la cabeza, caricias y palmadas. Al unísono, pasó Luis Advíncula con su peor rostro, y también trataron de levantarle el ánimo: “¡Dale, Negro, dale!”. Uno de los simpatizantes xeneizes que había abrazado a Merentiel, lo acercó hasta la muchedumbre y arengó a sus pares: “¡Es lo mejor que tenemos el uruguayo!”. Y el grito de guerra que suena todos los partidos en la Bombonera no se hizo esperar: “¡U-ru-guayo, u-ru-guayo!”.
Merentiel se fue de Brasil sin consuelo, pero al menos se llevó un par de caricias al alma.
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