2 de septiembre de 2025
Estados Unidos no avanza con nuevas sanciones a China mientras evalúa más medidas contra Rusia
La Casa Blanca evita un choque frontal con Beijing en plena guerra en Ucrania, mientras Francia y Alemania exigen medidas más duras contra quienes sostienen la economía del Kremlin
Aun así, Trump decidió prolongar una tregua arancelaria de 90 días con China. El gesto alivió momentáneamente a los mercados internacionales: el petróleo subió y las empresas estadounidenses con fuerte exposición al mercado chino celebraron la pausa. Sin embargo, los aranceles recíprocos siguen vigentes y en algunos sectores superan el 50 %.
La paradoja es clara. El presidente promete una salida rápida al conflicto en Ucrania, pero su negativa a imponer sanciones secundarias contra China mantiene abierto el canal de financiamiento más poderoso de Putin. Europa ya no oculta su frustración. Francia y Alemania reclaman una línea dura contra los países que sostienen al Kremlin y han instado a Washington a endurecer su postura. El presidente Emmanuel Macron ha señalado su intención de acoger en septiembre reuniones de alto nivel con el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, y otros aliados europeos, con el objetivo de coordinar posiciones y enviar un mensaje de unidad frente a Moscú.Whitaker reconoció que los aranceles contra China podrían ser efectivos, pero recordó los costos de la última guerra comercial: “No niego que serían efectivos”, dijo, aludiendo a las tarifas que en su momento alcanzaron el 145 % en ambos sentidos. “Pero esa no es la manera de resolver la situación, ni en el comercio con China ni en la guerra de Rusia contra Ucrania”, advirtió.El dilema para Washington es doble: proteger sus intereses comerciales con China y al mismo tiempo mantener la presión sobre Moscú. Al retener la herramienta de las sanciones secundarias, la Casa Blanca corre el riesgo de enviar señales contradictorias. Para Rusia, significa que los flujos de divisas seguirán garantizados por las compras chinas. Para China, refuerza la idea de que puede desafiar a Occidente sin asumir un costo inmediato.
Con el plazo autoimpuesto por Trump a punto de expirar y sin avances tangibles hacia la paz, la estrategia estadounidense amenaza con debilitar su capacidad de presión frente a Putin. Y deja a Europa, cada vez más impaciente, la responsabilidad de mantener viva la exigencia de sanciones más duras contra quienes sostienen la economía de guerra rusa.COMPARTIR:
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