Lejos de ser un paradisíaco destino vacacional, la isla está habitada por una población de más de 500 indígenas agresivos y hostiles, que rechazan a cualquier foráneo que intente acceder a ella.

Si bien el gobierno indio inició un plan para establecer contacto con los sentileneses en 1967, la agresividad obligó a suspender el programa de forma indefinida (Indian Coastguard).

En 1974 un equipo que filmaba documentales intentó realizar un trabajo sobre la particular tribu. El ataque recibido por su director, quien no perdió la vida casi de milagro, hizo que el proyecto se derrumbara finalmente. Los últimos intentos por establecer contacto fueron mortales.

En enero de 2006 asesinaron salvajemente a dos pescadores que se aproximaron a la costa con la intención de recoger cangrejos. 

La isla Sentinel del Norte aún se rige bajo sus propias leyes tribales, ajena a todo lo que ocurre en el mundo exterior, y su población es considerada una de las sociedades más aisladas y agresivas del planeta.