José Manuel Gottig se servía de dos ciervos, un macho y una hembra, para erradicar hormigas que habían invadido el lugar.
Cuando intentó correrlos de un predio con alambrado olímpico, el macho, que se encontraba en celo, lo atacó primero a él y, luego, a su esposa, María Elena Bach, que se acercó para socorrerlo.